Eva Liste

¿Cómo afecta el colegio a la autoestima de nuestros hijos?

Las alas no vuelan si el peso del sistema las ata al suelo

La escuela debería ser un lugar donde los niños se sientan seguros, capaces y valorados.
Sin embargo, en muchos casos, ese espacio que debería proteger la infancia acaba convirtiéndose en un entorno que la tensiona, la exige y la modela en función de parámetros que poco tienen que ver con el bienestar.

Diversos estudios señalan que una baja autoestima en la infancia no solo afecta al rendimiento escolar, sino que condiciona profundamente la construcción de la identidad, la relación con el entorno y la salud emocional a largo plazo.

Y es que la autoestima no se enseña en fichas ni se evalúa en pruebas: se cultiva en cada interacción, en cada mirada, en cómo se siente un niño al llegar y al irse del colegio.


El papel del entorno: relaciones que construyen o destruyen

La neurobiología afectiva y la teoría del apego nos recuerdan que el vínculo con los adultos es el principal motor del desarrollo emocional infantil.

Pero cuando ese vínculo se diluye bajo horarios extensos, aulas masificadas, estrés docente y un modelo excesivamente academicista, el niño empieza a sentirse solo en un lugar lleno de gente.


La sobrecarga escolar: mucho contenido, poco sentido

La transformación silenciosa que vive la escuela es preocupante: más contenidos, más actividades “complementarias”, menos tiempo libre.
Los recreos se acortan, el juego espontáneo desaparece, y el tiempo de estar se ve reemplazado por programas de ajedrez, inglés, robótica, estimulación cognitiva…

Una oferta creciente que, aunque parezca enriquecedora, muchas veces responde más a una necesidad de vender una imagen de “excelencia” que a una comprensión real de lo que un niño necesita: moverse, crear, imaginar, aburrirse, jugar.

Mientras tanto, las jornadas escolares se alargan desde el madrugador hasta la extraescolar.
Muchos niños pasan más tiempo en el colegio que con su familia.
¿Cómo no se va a resentir su autoestima, si apenas tienen espacios donde ser simplemente niños, sin ser evaluados, corregidos o dirigidos?


Profesores que también sufren el sistema

No se trata solo de señalar al profesorado.
Muchos docentes expresan sentirse incapaces de acompañar como les gustaría.

Las decisiones pedagógicas están condicionadas por la presión de las direcciones, las exigencias institucionales y la pesada burocracia.
El sistema también deja poco margen a los adultos para mirar, escuchar y cuidar como merecen los niños.


Una llamada a la conciencia colectiva

Este panorama nos obliga a hacer una pausa:
¿Qué tipo de infancia estamos construyendo?
¿Qué lugar le damos al cuerpo, al juego, al silencio, al vínculo?
¿Estamos educando o simplemente gestionando niños?

La necesidad de un cambio es urgente.
Una educación verdaderamente humana empieza por devolver a la infancia su dignidad, su ritmo y su derecho a ser mirada no como un producto en formación, sino como una persona completa, valiosa y profundamente merecedora de respeto.


“Las alas no vuelan si el peso del sistema las ata al suelo.”

Eva Liste
Ma_Ma_Coach
Soy Eva, soy coach personal y coach educativo y familiar. Además puedo asesorarte a nivel escolar y legal sobre situaciones escolares que puedan preocuparte.